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“De cualquier sentimiento del mundo” |
La costumbre
es la más infame de las enfermedades porque te hace aceptar cualquier
desgracia, cualquier dolor, cualquier muerte. Por costumbre se vive junto a
personas odiosas, se aprende a llevar cadenas, a padecer injusticias y a
sufrir. Se resigna uno al dolor, a la soledad, a todo. La costumbre es el más
despiadado de los venenos porque penetra en nosotros lenta y silenciosamente, y
crece poco a poco, nutriéndose de nuestra inconsciencia. Cuando descubrimos que
la tenemos encima, cada una de nuestras fibras está adaptada, cada gesto se ha
acondicionado y ya no existe medicina que puede curarla.” "Un hombre", Oriana Fallaci.
“En
el principio Dios creo los cielos y la tierra…” y Dios paso a decir: “hagamos
al hombre a nuestra imagen” según
nuestra semejanza”.
Y todo era bueno,
no existía la maldad, no reinaba el pecado, todo era justo, perfecto. ¡Era el
paraíso!.
Los seres humanos somos perfectibles a la socialización y
el trabajo colaborativo, es decir, necesitamos de los demás para poder vivir y
adquirir de ellos el aprendizaje de conceptos y prácticas. A través de la
historia se han errado muchas prácticas que tenían como sentido caminos de
humanización; la vida del hombre no ha sido fácil y nos hemos acostumbrado a un
universo místico e inexplicable, de bestias y mansos.
Las nuevas generaciones hemos sido socializados en medio
del conflicto y la violencia, la televisión derogo los paradigmas de la
formación del ser y la inocencia se extermino de los ojos y la conciencia de la
primera infancia.
A sido quizás la pérdida del sentido común y de algunos valores la que nos ha llevado a
desfragmentar las bases de las culturas, a olvidar el valor de la vida, a darle
mal uso al poder de la lengua y, aunque siempre ha existido la injuria y las
situaciones de decir lo incorrecto sin que nos conste sobre otras personas, hoy
parece una práctica del diario vivir. No nos conformamos en vivir con dignidad
y lo poco que tenemos, no somos conscientes de la necesidad de Dios en nuestras
vidas, no damos las gracias, no pedimos permiso, no sabemos perdonar, la
familia es una célula reventada en medio de la sociedad, los apodos son una
constante creciente, el respeto por los superiores se perdió y la violación a
los Derechos Humanos es más común que ver salir el sol al amanecer.
Por fortuna la educación mejoro para bien de las
personas, antes era un privilegio solo de los hombres y deseo de las mujeres;
ellas no tenían la garantía de votar. Por ejemplo, el derecho de las mujeres al
voto es reciente. En Nueva Zelanda este derecho se reconoció en 1893, en
Estados Unidos en 1920, en España en 1931, en Francia, Italia e Inglaterra en
1945, en México en 1953 y en Colombia en 1954. En muchas legislaciones de
América Latina hasta los años 80´s las mujeres estaban obligadas a tener la
autorización del marido para contratar. El acceso de las mujeres a los estudios
universitarios también es relativamente reciente, así como su participación en
espacios laborales y políticos. En la actualidad, aunque es mayor la
participación de las mujeres en el mundo laboral, el porcentaje de mujeres en
posiciones de toma de decisión sigue siendo muy inferior al de los hombres.
Hoy
se sufre más de la anorexia social; personas que optan por vivir en un mundo de
ideas, reducen sus espacios de participación socio-cultural y prefieren
condenarse a la amargura de la oscuridad. Esas personas prolongan su
sufrimiento para no ser víctimas de las burlas, la discriminación, el chantaje.
Personas que no son capaces de mostrarse al mundo como son a causa de la
degradación social con los comentarios, hay quienes con orientación sexual
diferente se rotulan a vivir un calvario y porque ante la mirada crítica y
despreciable de la sociedad se creen perdidos y sin valor.
Existen
en la actualidad organizaciones que promueven el ejercicio de los Derechos
Humanos, la prioridad en el cuidado de la primera infancia y el adulto mayor y
ante ellos algunos actores que inciden en vulnerar estas políticas, son comunes
las noticias donde familiares violan los niños (as), donde son golpeados los adultos,
donde son abandonados o abortados los niños. Parece ser que los demonios les van
ganado la batalla a los ángeles.
Vivimos
en una sociedad injusta, conjugada con personas honradas y una escala de
valores sólida, de maleantes y buenos y que generan en el pensamiento de cada
individuo la duda y el miedo constante.
Hay
quienes representan alegría y buen trato también. La sociedad de hoy es como la
nicotina, aunque sea mala, sentimos la necesidad lógica de hacer parte de ella,
no es buena, !es una mentira!; los jóvenes son vulnerables y expuestos a
factores de riesgo en su afán de salir adelante, de estudiar, de dignificar sus
vidas; la trata de personas es una
realidad, la desigualdad ya no se puede evitar, basta de guerras y de hambres,
basta ya de las cosas que destruyen al mundo, de las balas que apagan la
sonrisa de los niños, de los insultos que derrotan la autoestima, de las
palabras que hieren, los recuerdos y el odio que consumen en silencio y
asesinan las esperanzas de seguir viviendo.
Hablar de la paz como derecho y
deber de corresponsabilidad, nos obliga a todos a practicarla en cualquier
escenario de vida; sería imposible alcanzarla si siendo esto constitucional los
políticos con sus filosofías de gobierno le siguen robando a los pueblos y las
naciones, ellos ya no son autoridades dignas de respeto, sus actos de
corrupción, mentiras e insensibilidad le han derogado credibilidad al
gobierno. Una carta magna con letras de
hadas y políticos embrujados con el egoísmo irrazonable, mentes brillantes de
magos radiantes, un país de locuras de ángeles y maleantes.
No somos auténticos, somos lo que la sociedad
quiere para ellos; el reflejo de la pena. Somos productos de paradigmas, del
qué dirán, del miedo, de la cobardía,
del modelo familiar; somos el espejo de la moda mundial. La fruta del pecado
porque pecar no podemos más. Mirar adelante cuesta, cuesta el precio que se le
paga a la sociedad, lágrimas de dolor en momentos de tristeza, lágrimas de
alegrías en medio del júbilo y la gloria, cuesta forjar procesos de
humanización cuando los fantasmas del mal asechan la debilidad de nuestros
pensamientos.
¿Cómo te sientes hoy? ¿Qué piensas
de la vida? ¿Te consideras bueno o malo? ¿Te gusta la violencia? ¿Has sentido
amor? ¿Eres sensible? ¿De qué lado estas? ¿Cómo te gustaría tu mundo? ¿De qué
grupo jugarías. Ángeles o Demonios?
Autor: Didier David Cataño Quiroz
www.midiariodc.blogspot.com
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